Uno de los últimos entrenamientos matutinos de la pretemporada 2019/2020, transcurría de forma normal, hasta que el doctor del equipo Hugo Tassara despertó nuestro interérs, debido a que murmuraba con su voz gruesa en una de las graderías del estadio generaleño.
Y no era para menos, el kinesiólogo de profesión, hablaba con su pequeña nieta Hallel Tasara, a quien no veía hace más de dos años, cuando la había visitado con año y medio de edad en el lejano Israel (Oriente Próximo).
Evidentemente eso llamó nuestra atención, de ahí que decidimos conversar con el galeno generaleño al respecto, quien se mostró emocionado pues tenía garantizada la presencia de su hijo Mauricio y su nieta durante tres o cuatro días en el Valle de El General.
Con cierto grado de nostalgia, don Hugo señala que ha podido ver a la pequeña Hallel tres veces en la vida; la primera cuando nació, dos años y medio después lo hizo en Chile y ahora en este viaje a Costa Rica.
“A pesar de que ella no habla español, procuramos que la comunicación sea lo más favorable posible, de ahí que estas oportunidades son maravillosas, pues una caricia o un abrazo denota el afecto que le tengo; por si fuera poco mi inglés no es avanzado y el hebreo es nulo, la parte afectiva es muy importante, un abrazo o un beso alimenta el alma” indica Tassara Orpina.
Mientras aguardábamos que concluyera la sesión de trabajo del primer equipo, conversamos con Mauricio Tassara (hijo de don Hugo), quien no dudó en calificar esta ocasión como grandiosa, máxime que por lo lejos que vive uno del otro, estas oportunidades son de gran valía.
El rabino de profesión, puntualiza que ante la lejanía cada vez que coincide con su papá, este ve a sus nietos en una etapa distinta de sus vidas, máxime que Hallel no es la única pues la descendencia Tassara, abarca un niño de tres años y medio y otra niña de ocho semanas.
De acuerdo con Mauricio, “gracias a la tecnología existe una comunicación fluida, sin embargo, aún no se pueden dar abrazos por WhatsApp” razón por la que junto a la niña de ojos color celeste, emprendió un viaje de 26 horas; de las cuales nueve fueron con escala en París.
Finalmente, don Hugo no duda en señalar que este tipo de ocasiones le significan embriones anímicos, los cuales le permitirán terminar su mi vida profesional en Pérez Zeledón labor de la que dice estar enamorado.
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